martes, 31 de enero de 2012

¿A merced del azar?

Soy huérfano. De padre y madre. Es todo lo que puedo decir tras este lapso-colapso de silencio en el que he  recuperado mi oficio de enseñar.  De hecho, es así como contesto a los compañeros del instituto cuando me preguntan:
- Y tu ¿de quién eres?
Ahora también recupero esa costumbre observadora que consiste en contar y valorar cuanto se pone a tu alcance -algunos lo llaman bloguear-. Lo hago para posicionarme dentro de mi partido. Y aunque muchos de "los míos" se empeñaron en decir que 2011 "no importaba", por aquello de aliviar los efectos de la crisis y el desastre que se anunciaba a los socialistas con responsabilidades de gobierno, hoy debo señalar que 2011 sí importaba...y mucho. Como importaban 2009 o 2010. Siguen y continuarán siendo importantes  porque no es posible resolver la encrucijada de 2012 sin identificar los resortes y mecanismos que dejaron de funcionar en el Partido Socialista  y que nos han llevado a este estado de cosas. El problema es que este ejercicio de diagnóstico resulta, cuando menos, arriesgado en las actuales circunstancias -de gran afección/desafección-  y con tan escasos márgenes de visión que no dan más que para una perspectiva forzosamente distorsionada.

 En esta condiciones los socialistas nos disponemos  a celebrar el 38 Congreso Federal para elegir liderazgo y  rumbo del partido en los próximos años. Dos candidatos, a fecha de hoy,   con posiblidades; un programa similar inspirado en buenos propósitos de recuperación de las raíces socialdemócratas, junto a un cúmulo de lugares comunes y falsos estereotipos que seguidores de uno y otra  propalan por las redes.
Y por encima de todo, dos compañeros, Carmen Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba que están dando lo mejor de sí mismo para que este proceso  confluya hacia la  configuración de una organización política más fuerte y útil para la democracia española.  Y yo ¿de quién soy? Difícil empresa  la de pronunciarse a la vista de las escasas diferencias reales entre las opciones representadas por Chacón y Rubalcaba. En el juego de representaciones interesadas se contraponen ideas de futuro y pasado como si ambos candidatos no vinieran de donde vienen y como si la biología fuera determinante para el liderazgo social. No he conocido últimamente persona más joven que José Luis Sampedro a sus 95 años, al que he podido entrevistar en Mijas hace unos días.
Se maneja con gran alegría  el concepto de cambio. ¿Cambio respecto a qué situación de partida? Como si el Partido Socialista  hubiera estado hasta ayer gobernado por Felipe González o que el liderazgo de Zapatero y la actuación de su equipo nunca hubieran existido. Y uno se subsume aún más en la duda.
Escucho a compañeros apelar a la necesidad imperante de cambio sin que hayamos determinado aún las coordenadas exactas hacia donde debemos dirigir la nave. Porque no ha dado tiempo practicamente a  nada más que a adquirir la conciencia de que es necesario abrir del partido para que pueda ser penetrado por la sociedad. Es el cambio que está por hacer y lo  entiendo como una tarea colectiva para la que son precisos liderazgos que aún están por venir. En esta tesitura  necesitaremos los mejores ingenieros, constructores de puentes, parteros de una organización renovada que no deje de ser socialmente relevante y que, a la vez, sirva de muro de contención y defensa de los intereses de quienes padecen los peores efectos de esta crisis. En esta coyuntura y para esta travesía la mejor cabeza que conozco se llama Alfredo Pérez Rubalcaba. Su hoja de servicios y su compromiso así lo acreditan.

He tenido la suerte, siendo diputado de a pie, de ver  cómo desempeñó Rubalcaba  la función de dirección y  portavocía del grupo parlamentario socialista en la VIII legislatura. De cualquier modo y desde mi orfandad -que es la de muchos militantes-  pienso que la concurrencia de candidatos de gran valía y la determinación de profundizar en la democratización de la vida interna del partido socialista son bazas suficientes para no dejar el resultado en manos del azar. Ni del azar, ni de la mercadotecnia publicitaria ni de burdas simplificaciones maniqueístas que insultan la inteligencia de un partido centenario.