Se ha celebrado en Madrid la 30ª edición de la Feria Internacional de Turismo -Fitur- y en ella hemos podido constatar que el turismo español está ya en la vía de salida de la crisis. Comienza a percibirse un ambiente de moderado optimismo en el sector y es por eso que la directora del certamen, Ana Larrañaga, no ha tenido reparos a la hora de definir a esta feria como el escenario de un punto de inflexión en la curva de la recuperación del crecimiento. Es una excelente noticia por cuanto Fitur es el escaparate de uno de nuestros principales activos de la economía. Y si el turismo se recupera, el tirón se nota. Coincidiendo con la semana de la feria, el Gobierno ha multiplicado sus esfuerzos para dar apoyo a las actividades del sector. Además de la presencia institucional de Turespaña, y la de comunidades con enorme despliegue como la andaluza, hemos tenido oportunidad de conocer los proyectos y programas que se desarrollan en la actualidad y que son sus principales ejes de actuación en materia de política turística. Queremos pensar que algo tienen que ver con el inicio de la recuperación. ¿O no?
Tuvo igualmente lugar la Conferencia Sectorial de Turismo a la que asistieron los Consejeros de Turismo de las diferentes Comunidades Autónomas. La reunión sirvió para ratificar 15 Planes de Competitividad para 2010 por un importe de casi 40 millones de euros, aportados a partes iguales por las administraciones estatal, autonómica y local. Miguel Sebastián, el ministro del turismo y de los coches eléctricos, participó en el IV foro de liderazgo turístico que organizó Exceltur y en el mismo incidió en la necesidad de reorientar el modelo turístico hacia la sostenibilidad, la innovación y el valor añadido. O sea, los ejes de la ley de Economía Sostenible de Zapatero. Para cerrar la semana y tras el éxito de la primera edición del plan Futur E, el Consejo de Ministros nos ha obsequiado con una segunda edición dotada con 400 millones para 2010, de la que se podrán beneficiar ya las empresas del sector turístico que quieran modernizar sus instalaciones con criterios de sostenibilidad y respeto al medio ambiente. Llueve sobre mojado si recordamos que este plan, inspirado en el Renove Turismo, tuvo una aportación de 1.500 millones y una ejecución muy alta. Nos dicen que el Plan FuturE permitirá a las empresas mejorar sus índices de competitividad y ecoeficiencia -vaya palabro-, teniendo en consideración variables medioambientales y de desarrollo sostenible, con el objetivo de consolidar la posición del turismo español en la vanguardia del uso racional de la energía. Un conjunto de medidas bien articuladas para propiciar la reactivación económica en un contexto de crisis solventando, de paso, los problemas crediticios. También ese mismo Consejo de ministros para redondear la faena daba luz verde a la firma de cuatro convenios con Andalucía, Baleares, Canarias y Valencia orientados a la promoción turística internacional de destinos españoles en el exterior.
La "semana del turismo" nos ha dado también la oportunidad de realizar ejercicios de reflexión sobre la política turística en diferentes escalas. Es lo bueno de estos eventos, que además de ser el escaparate de la evolución del sector sirven para examinar aquellos aspectos que deben mejorar en esta industria. Y como entre mis dedicaciones parlamentarias figura la Cultura por pertenencia a esta comisión legislativa, me he permitido llamar la atención sobre la relación compleja de este campo con la actividad turística y, en concreto, en el espacio que se ha bautizado con el nombre de turismo cultural; ¿están justificadas las prevenciones del mundo de la cultura respecto de las prácticas del turismo? ¿es acertada la planificación turístico-cultural que han venido planteando nuestras administraciones?La política turístico-cultural ha tenido escaso desarrollo hasta fechas recientes en España. Algunas experiencias autonómicas y estatales han significado un avance en esa dirección, pero en la mayoría de los casos han acabado convirtiéndose en un catálogo de buenos propósitos. Sus objetivos de sensibilización del sector turístico y de concienciación de los medios no llegaron a ser plenamente asumidos a pesar de que fue la primera vez que Turespaña planteó una estrategia de conexión entre los sectores implicados. Parece que ha llegado el momento de reformular los objetivos de nuestra política turístico-cultural para situar a España en una posición de liderazgo. Para ello es necesario, en primer lugar, un mayor esfuerzo de coordinación y estructuración de la oferta cultural como el que puede representar el Plan de Promoción del Turismo Cultural, 2009-2012. Deberemos aprovechar esta oportunidad en el desarrollo transversal de todas sus propuestas. Fitur puede ser una magnífica ocasión para comprobar el grado de implicación alcanzado entre todos los agentes que intervienen en este proceso dual, es decir, la gestión de la actividad económica del turismo y la valoración de la oferta cultural. Creo que ha llegado también el momento de reformular nuestra política turístico-cultural en Andalucía con una mayor implicación de los responsables y expertos en la gestión de nuestro rico patrimonio cultural. ¿Seremos capaces?