sábado, 23 de mayo de 2009

¿Quién es quién?

En el concierto de las europeas del 7 de junio.

Dice Susana Corzo, de la Universidad de Granada, que a los políticos les corresponde velar por la política porque para eso fueron elegidos, para gestionar conflictos y no para crearlos. Y en estas andamos cuando hemos iniciado la cuenta atrás para las elecciones europeas del 7 de junio con una campaña electoral donde nuestra derecha política vuelve a sacar del armario el uniforme de camuflaje. Y míralos aquí intentando presentarse como solución los mismos que han contribuido a generar los problemas que padecemos en Europa y en el mundo. Los problemas se llaman Crisis, con mayúscula, crisis engordada por la falta de regulación de los mercados, con un sistema financiero que lleva 20 años creciendo catorce veces más que el PIB mundial. Felipe González lo ha definido como "un casino financiero sin reglas y funcionando las 24 horas del día".
Estas próximas elecciones al Parlamento Europeo se celebran en una coyuntura de crisis global que ha puesto al descubierto la inconsistencia de una ideología, la neoliberal, que apuesta por la desregulación, el recorte de los derechos sociales y el adelgazamiento del sector público. En esta hoja de ruta se encuentra el Partido Popular desde hace años y algunos de sus homólogos europeos. ¿Cómo pueden ahora presentarse como una solución los mismos que muestran incapaces de gestionar los conflictos que han creado sus tesis económicas?



Más política, por favor.

La causas de la crisis no están en la política. Por el contrario, ha sido la ausencia de política -dejar hacer, dejar pasar- la que nos ha conducido a esta nueva situación de recesión económica. La ausencia de reglas y la idea extendida en medios conservadores de que las crisis sociales y económicas son inevitables, como si una plaga bíblica se tratase. Frente a este pensamiento hoy resurge en Europa la opción que apuesta por la política como herramienta imprescindible para superar este conflicto. Es la opción de las fuerzas de izquierda, socialista y socialdemócrata, que sin negar el modelo económico, defiende una versión socializada de la economía de mercado. Una economía que aspira a ser, a la vez, competitiva y profundamente social; unida a la sostenibilidad ambiental y ética. Europa se enfrenta a una nueva oportunidad para recrearse a partir del 7 de junio. Esta oportunidad no es otra que la de una salida de la crisis con un proyecto supranacional que ya encarna la idea de Europa. Aprovechémosla apoyando a quienes han sido capaces de articular medidas políticas frente a quienes sólo saben esconderse. Señala Enrique Barón que los grandes saltos que ha dado la Historia se han producido siempre en períodos de crisis y dificultades (Europa. Pasión y Razón, 2005). Es cierto, estamos ante una de esas ocasiones históricas. El empeño del siglo XXI es el nacimiento de la Europa Política, lo mismo que lo fue la creación de la CEE por Jean Monnet y Robert Schuman. En la declaración de 1950 se era muy consciente de las dificultades: "...Europa no se hará de golpe, ni como una construcción de conjunto; se hará por realizaciones concretas, creando una solidaridad de hecho". Sabemos que el camino es duro. Incluso con datos poco alentadores de participación, la abstención/ignorancia de muchos de nuestros conciudadanos no nos hará desistir del empeño. Los políticos y la política son y serán necesarios para la realización de este proyecto, ahora más que nunca.

domingo, 17 de mayo de 2009

El amor merece respeto


La homofobia merece la condena social.

El 17 de mayo hemos celebrado el Día contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia. Una conmemoración que fue objeto de una proposición no de ley en el Congreso de los Diputados hace dos semanas instando al Gobierno a la declaración de este día como tal y al impulso de su reconocimiento internacional a través de la ONU, sumándose a la consideración de esta fecha como símbolo de la lucha por la igualdad de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales. El manifiesto de la FELGTB inscribe la importancia de esta celebración dentro del año 2009, como año de la diversidad afectivo-sexual, esa que se les ha atragantado a algunos en forma de asignatura de "Educación para la ciudadanía" y que recoge nuestra Ley Orgánica de Educación que aprobamos la pasada legislatura. Del mismo modo, también en la pasada legislatura, presenté en nombre de mi grupo a la Comisión de Educación una iniciativa que instaba al Gobierno a impulsar, en primer lugar, medidas conducentes a lograr el efectivo respeto en el sistema educativo de la diversidad afectivo-sexual, así como la aceptación de las diferencias que permita superar los comportamientos sexistas. Y, en segundo término, a fomentar y orientar actuaciones en los Centros educativos para fortalecer las capacidades afectivas del alumnado y el rechazo a toda forma de violencia y a los prejuicios que alimentan las actitudes homofóbicas. Fue aprobada a pesar del voto en contra de la derecha que argumentaba una fantasmal hoja de ruta de un tal "loby rosa", amén de un rosario de barbaridades del más puro estilo neocons. Les remito al diario de sesiones del 29 de mayo de 2006.


La aceptación de la homosexualidad en España, su visibilidad y el respeto a esta orientación sexual han crecido de manera evidente. Se trata de una consecuencia directa de la perseverante actuación reivindicativa de los diferentes colectivos de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, que han contado con el apoyo explícito de los medios de comunicación y de las organizaciones en defensa de los derechos humanos. En sintonía con esta realidad, el Gobierno impulsó un proceso de ampliación de los derechos de ciudadanía a través de la reforma del Código Civil para la extensión del derecho a contraer matrimonio a personas del mismo sexo. El texto legal fue definitivamente aprobado por el Congreso y la entrada en vigor de la Ley 13/2005, de 1 de julio, ha significado un paso muy importante en la lucha contra la discriminación legal por orientación sexual y en favor de la normalización.
Pero la igualdad legal no es suficiente. Del mismo modo que la igualdad reconocida en las leyes no ha sido suficiente para acabar con la discriminación de las mujeres, la igualdad legal de las personas homosexuales y transexuales no garantiza la eliminación de las actitudes homofóbicas y transfóbicas, esas actitudes y comportamientos que se caracterizan por su aversión obsesiva hacia las personas cuya orientación sexual no se ajusta al patrón mayoritario.
Nadie podrá negar que la homofobia persiste y particularmente en los centros escolares y que sigue vivos numerosos prejuicios sobre la sexualidad en general y sobre la homosexualidad y transexualidad de forma específica. Las agresiones, los insultos, la burla, la humillación, las injurias que padecen muchos jóvenes y muchas jóvenes por su orientación sexual se alimentan de prejuicios que necesitamos desterrar. El mejor instrumento es el de la formación y la mejor etapa para aplicarlo se encuentra en la infancia y la juventud donde tienen lugar el aprendizaje de los roles de género.
El compromiso con los principios de igualdad de trato de las personas y de lucha contra las discriminaciones basadas en la orientación sexual está, por tanto, plenamente asumido por el Gobierno. ¿Lo está también por toda la sociedad? Ahora toca un nuevo paso hacia adelante: la anunciada Ley de Igualdad de Trato y contra la Discriminación llegará a la Cámara en pocos meses y abre un nuevo horizonte de esperanza para dotar a todas nuestros principios legales de herramientas jurídicas que sancionen y persigan a quienes atentan contra la dignidad de las personas discriminándolas. La ley luchará contra la discriminación por motivos raciales o étnicos, discapacidad, edad y orientación e identidad sexual. Y atenderá, por un lado, a la prevención y, por otro, a la puesta en marcha de políticas activas para perseguir las conductas discriminatorias, con la posible creación de la figura del fiscal especializado contra la discriminación.


miércoles, 13 de mayo de 2009

En Europa: lo primero, las personas.


En España: el empleo.

Cuando todavía no se ha apagado el calor generado por el debate del estado de la nación hemos recibido en el Congreso la visita del secretario general de la UGT. Cándido Méndez comparece ante la Comisión del Pacto de Toledo el día previo a la celebración de la Euromanifestación convocada en Madrid por la Confederación Europea de Sindicatos bajo el lema "lo primero, el empleo". No vino a exponer el estado de la nación, porque ya lo hicieron los portavoces de los grupos parlamentarios y el presidente Zapatero, sino a realizar un excelente diagnóstico del estado del mercado laboral en España, sobre el sistema de pensiones y la necesidad de preservarlo y mejorarlo. Y vino a animar a los representantes políticos a profundizar en el espíritu del Pacto de Toledo, que no es otro que el del consenso social y político. Ese consenso que impregnó el Acuerdo para el Diálogo Social que tantos buenos frutos dio en la pasada legislatura: la Ley de Igualdad, la de Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia, la mejora de las pensiones mínimas y la del salario mínimo, entre otras. Ese consenso que tanto echamos en falta en el debate político porque se quiere aprovechar las dificultades económicas por las que atravesamos para intentar derribar al gobierno. Al precio que sea necesario. Lo hemos visto y lo estamos padeciendo. A los diputados y diputadas socialistas se nos ha acusado incluso de no saber leer, cuando en realidad lo que tenemos son diferentes lecturas sobre la crisis económica. La lectura de un gobierno que le ha plantado cara a quienes no les importaría cargar los costes sobre los trabajadores recortándoles derechos y la de una derecha que amenaza con una reforma laboral que implica, entre otras cosas, el abaratamiento del despido. La lectura de la izquierda que entiende la crisis como una oportunidad para cambiar el modelo productivo de España y la de una derecha que utiliza la crisis como una ocasión para arañar un puñado de votos explotando los sentimientos de los miles de españoles que han perdido su empleo. Y ¿qué relación hay entre el empleo y el modelo productivo?

Es evidente que nuestro ritmo de destrucción de empleo está siendo más elevado por la propia estructura del sistema basado más en sectores tradicionales y especialmente la construcción. El crecimiento del paro en España está más ligado a ese modelo productivo del empleo barato, precario, poco cualificado y de escaso valor añadido que a la existencia de una legislación laboral que protege los derechos de los trabajadores. Por eso tiene mucho valor que el presidente Zapatero haya propuesto medidas orientadas hacia un nuevo modelo de crecimiento económico sostenible a la vez que ha reforzado las que ya se vienen tomando para frenar la pérdida del empleo. Ante la Comisión del Pacto de Toledo, Cándido Méndez ha ido hoy un poco más lejos al relacionar el sistema de la Seguridad Social española con el cambio del modelo productivo, puesto que un empleo de más valor añadido, mejor pagado, va a poder cotizar a las arcas públicas en mayor proporción. El líder de la UGT ha advertido del riesgo de debilitamiento de las pensiones públicas que subyace en quienes apuestan por un sistema de pensiones complementarias privadas pues estamos viendo la injusticia que está significando en esta coyuntura de crisis dejar la protección de los pensionistas sometida a los vaivenes de los mercados financieros. Las pensiones privadas de la zona OCDE registraron un pérdida real cercana al 20% de su capital en la zona OCDE entre enero y octubre de 2008. Y en América Latina, la crisis financiera se ha llevado en un año el ahorro de seis años de los fondos. Estas y otras razones contribuyen a que realicemos un esfuerzo por aclarar las fuentes públicas de financiación de la Seguridad Social, de manera que construyamos un sistema más sólido aún. Y una llamada al esfuerzo para huir del coyunturalismo: la situación es difícil pero sabemos que pasará.