miércoles, 28 de abril de 2010

El "lastre político" del pacto educativo

Abril acaba entre la certeza de la inviabilidad de un acuerdo de todas las partes en el pacto económico de Zurbano -por no sé qué problema de una foto con el Gobierno- y la incertidumbre de un pacto educativo que muchos deseamos y casi todos necesitamos. Y es por este mismo imperativo de necesidad -nueva categoría gramatical- por el que anhelamos una respuesta política que esté a la altura de las circunstancias. El ministro de Educación dice que "el pacto es determinante para abordar con celeridad y consenso las reformas que requiere la educación española, y muy necesario porque sin él las medidas tendrán menor alcance". Cabe añadir que muchas de esas reformas ya están en marcha, que son desarrollos de otros pactos legislativos y que existen además nuevas propuestas de interés, fruto del diálogo mantenido con todas las partes, que necesitarán del mejor paraguas del pacto para su rápida implementación en el cuerpo normativo que rige nuestro sistema. A estas alturas del debate se han allanado bastantes caminos. Sin quebrar la prudencia de los actores protagonistas de la negociación, hoy podemos afirmar que hemos conseguido ir más lejos aún de los puntos de encuentro que alcanzamos en 2005 con los diferentes sectores de la comunidad educativa, en pleno debate de la LOE. Lejos de desmerecer los logros obtenidos por los esfuerzos negociadores de quien entonces era portavoz del grupo parlamentario socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, la situación actual presenta un abanico más amplio y mejor engrasado para un recorrido distinto pero igualmente útil a la demanda social de pacto. Es una noticia estupenda que puede convertirse en un éxito de todos; una esperanza colectiva que puede devolvernos la confianza en el valor de la política como herramienta imprescindible para el progreso social. Y la negación de ese aserto convertido en titular de prensa que observa a la política y a los políticos como un lastre. ¿Es así como nos ve ahora la ciudadanía?
Es difícil aceptarlo pero existen "indicios" claros de que la cosa apunta por ahí. Esta semana, un diario "de Madrid" con edición provincial titulaba de este modo la elección de un candidato a la alcaldía de los próximos comicios: "El PP opta por un notario sin lastre político para quitar al PSOE la plaza de Estepona". De lo que podemos deducir que la experiencia política es un demérito o que la política es un artefacto antiguo e inservible para resolver los problemas de la sociedad moderna. O lo peor, que cuando se refieren al lastre político quieran referirse a una posible sinonimia entre política y corrupción. Qué lejos de la visión aristotélica del asunto donde el buen funcionamiento de una ciudad-estado no se asegura solamente por el simple hecho de aunar voluntades hacia un mismo fin, sino requiere también de leyes sensatas que respeten las diferencias y eduquen a los ciudadanos para la responsabilidad civil dentro de la libertad. Leyes que, en Democracia, han de elaborar y desarrollar los representantes políticos. A este paso, el final de este episodio de construcción del pacto educativo contemplará un escenario de éxito que será el de toda la sociedad española, frente a otro de frustración de las expectativas donde "los políticos" habrán sido el lastre que ha impedido alcanzarlo. Mantenemos la confianza justa, pero si fuera malogrado este nuevo intento habrá que explicar con mucha claridad que la política no ha lastrado la consecución del pacto. Habrá sido, en todo caso, la ausencia de la misma.

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