Es difícil aceptarlo pero existen "indicios" claros de que la cosa apunta por ahí. Esta semana, un diario "de Madrid" con edición provincial titulaba de este modo la elección de un candidato a la alcaldía de los próximos comicios: "El PP opta por un notario sin lastre político para quitar al PSOE la plaza de Estepona". De lo que podemos deducir que la experiencia política es un demérito o que la política es un artefacto antiguo e inservible para resolver los problemas de la sociedad moderna. O lo peor, que cuando se refieren al lastre político quieran referirse a una posible sinonimia entre política y corrupción. Qué lejos de la visión aristotélica del asunto donde el buen funcionamiento de una ciudad-estado no se asegura solamente por el simple hecho de aunar voluntades hacia un mismo fin, sino requiere también de leyes sensatas que respeten las diferencias y eduquen a los ciudadanos para la responsabilidad civil dentro de la libertad. Leyes que, en Democracia, han de elaborar y desarrollar los representantes políticos. A este paso, el final de este episodio de construcción del pacto educativo contemplará un escenario de éxito que será el de toda la sociedad española, frente a otro de frustración de las expectativas donde "los políticos" habrán sido el lastre que ha impedido alcanzarlo. Mantenemos la confianza justa, pero si fuera malogrado este nuevo intento habrá que explicar con mucha claridad que la política no ha lastrado la consecución del pacto. Habrá sido, en todo caso, la ausencia de la misma.
miércoles, 28 de abril de 2010
El "lastre político" del pacto educativo
Es difícil aceptarlo pero existen "indicios" claros de que la cosa apunta por ahí. Esta semana, un diario "de Madrid" con edición provincial titulaba de este modo la elección de un candidato a la alcaldía de los próximos comicios: "El PP opta por un notario sin lastre político para quitar al PSOE la plaza de Estepona". De lo que podemos deducir que la experiencia política es un demérito o que la política es un artefacto antiguo e inservible para resolver los problemas de la sociedad moderna. O lo peor, que cuando se refieren al lastre político quieran referirse a una posible sinonimia entre política y corrupción. Qué lejos de la visión aristotélica del asunto donde el buen funcionamiento de una ciudad-estado no se asegura solamente por el simple hecho de aunar voluntades hacia un mismo fin, sino requiere también de leyes sensatas que respeten las diferencias y eduquen a los ciudadanos para la responsabilidad civil dentro de la libertad. Leyes que, en Democracia, han de elaborar y desarrollar los representantes políticos. A este paso, el final de este episodio de construcción del pacto educativo contemplará un escenario de éxito que será el de toda la sociedad española, frente a otro de frustración de las expectativas donde "los políticos" habrán sido el lastre que ha impedido alcanzarlo. Mantenemos la confianza justa, pero si fuera malogrado este nuevo intento habrá que explicar con mucha claridad que la política no ha lastrado la consecución del pacto. Habrá sido, en todo caso, la ausencia de la misma.
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