miércoles, 10 de diciembre de 2008

Un enfoque diferente a la desigualdad

Prevención con perspectiva de género

Hace sólo unos meses cerrábamos la VIII Legislatura, que lo ha sido del compromiso con la igualdad. Hemos iniciado una nueva etapa y en el horizonte de la lucha contra la desigualdad contamos ahora con más y mejores herramientas. Las políticas de igualdad en España están alcanzando el máximo rango legal que una sociedad puede otorgarles. Han proliferado estrategias y sistemas de información elaborados desde la perspectiva de género, también en el terreno de la seguridad y la salud laboral. Del mismo modo, la legislación europea ha aumentado el nivel de protección contra la discriminación en toda la UE y ahora es una nueva competencia de la Comunidad.

Pero no todo está hecho. En el ámbito europeo y en el nuestro propio observamos escasos avances en la corrección de desigualdades de poder entre hombres y mujeres que producen desigualdades de salud, especialmente de salud laboral.

1 comentario:

Jose Fernandez dijo...

Wikipedia describe el término desigualdad social como "una situación socioeconómica, no necesariamente jurídica. Esto se refleja en el caso de los ricos, cuando reciben un trato mejor o preferencial por tener dinero, que los pobres que no tienen los mismos recursos. La acción de dar un trato diferente a personas entre las que existen desigualdades sociales, se llama discriminación. Esta discriminación puede ser positiva o negativa, según vaya en beneficio o perjuicio de un determinado grupo".
A veces olvidamos la mayor y aunque queda mucho camino por recorrer, no podemos olvidarnos que como señala Carlos Berzosa (Universidad Complutense), en los países subdesarrollados, por lo general, aunque esto depende de comportamientos religiosos, existe una gran discriminación de la mujer, hasta el punto de que hay países en los que no tiene acceso a la educación básica. En consecuencia, el analfabetismo afecta más a lasmujeres y cuando saben leer o escribir padecen otras carencias educativas que las condenan a la realización de trabajos mal retribuidos y a la economía informal en bastantes casos. No disponen, por lo general, de capacidad jurídica y cualquier acto, ya sea casamiento, compra o venta, tiene que contar con la autorización del marido, padre o hermano mayor. Muchos puestos de la sociedad los tienen vetados. La mujer queda relegada a las tareas domésticas o a trabajos sin cualificar, que requieren muchas horas de trabajo y poco sueldo.

La pobreza afecta en bastante mayor proporción a las mujeres, que son as que soportan las cargas del hogar y la crianza de los hijos, que suelen constituir una prole en general numerosa. Es frecuente que la mujer se enfrente a estas tareas en solitario, pues los hombres, o se marchan sin que se sepa nada de ellos, o los hijos han sido engendrados por padres distintos, o bien éstos emigran y envían remesas de dinero al hogar, cuando lo hacen.